Cancioneros catalanes y charnegos castellanos
Por Ricardo García Moya
EI fraile Ildefonso de Barcelona, en los años en que el genial Mozart componía "Don Giovanni"
(plagiando al valenciano Martín Soler), se dedicaba a recopilar letras de canciones de cualquier origen y
lengua peninsular. EI resultado se conserva en la Biblioteca de Cataluña y constituye el batiburrillo
catalogado como "Manuscrito Ms 57. Libro de Canciones de fray Ildefonso de Barcelona, capuchino, año
1777".
Los textos -anotados con el respeto del coleccionista de rarezas, sin alteraciones lexicográficas- transmiten la
espontaneidad del lenguaje vivo. La mayoría, dada la procedencia del copista, son catalanes y, en algún caso, tópicos
y típicos (Así: "la saineta que tindrian las butifarras ab substancia pussas angrexadas"). Otros, los
menos, son castellanos ("La Ciudad de Valencia/tiene tal dicha/ que cuando amanece/ se hace de día").
Pero lo interesante está en el folio 91 , donde aparece diferenciada la lengua valenciana de fines del XVIII;
período maldito, según los inmersores, por la castellanización.
Nadie niega la contaminación castellana, pero también es cierto que han utilizado este hecho como artimaña para
eliminar ortografía y léxico contrario a la ortodoxia del Omnium Cultural barcelonés, suprimiendo las palabras
creadas por el pueblo valenciano desde el siglo XVI al XX, salvo que coincidan con el catalán normalitzat.
¡Ah!, y si son anteriores, Ias rechazan por arcaicas.
Respecto a la jocosa letra valenciana del manuscrito Ms. 57, contiene frases como éstas: ..que me
achude la burra de Balam y també demane la del negret del Hospital, de la Lloncha el Engonari y de Sen
Martí el Cavall" (f.91 ). Nótese que al transcribir textos catalanes, Ildefonso utiliza la TX vasco-catalana
(p.e.,la canción del "gabatxo Pierre"); es decir, el capuchino respetaba la lengua valenciana, sin
mechar catalanismos: "Ya començe/ tinganme atenció que vá: En una terra del Reyne /que el saberla no
es del cas / en lo creixent de la lluna/naixqué de pares honrats un chic..." (fol.91 ).
Hay que valorar que el léxico de las lenguas peninsulares -exceptuando el vasco- tuvieron históricamente unas
trayectorias que asemejan cohetes borrachos entrecruzándose de uno a otro reino y condado. En su
arbitrario derrotero gozaron de prestigio efímero en portugués, valenciano y castellano (únicos
idiomas que tuvieron Siglo de Oro en la península) y, entre brumas lingüísticas, algunas fueron
abandonadas; otras, que eran préstamo, variando el significado semántico y adoptando mutaciones
ortográficas, adquirieron categoría de propias.
Políticamente, un culturicida podría normalizar las lenguas valenciana, castellana y gallega; pues rara es la
palabra no utilizada en los tres reinos, aunque no coetáneamente. Así, en el canto a la butifarra del Ms 57, el catalán
"saineta" (sainet, en valenciano), significa bocado suculento; no obra teatral cómica como supondríamos
ahora. Procedía del latín sagina "engorde" y, posteriormente, recorrió todas las lenguas de la piel de toro,
incluido el antiguo portugués (sainete-sabor) . Es evidente que no existe la forma perfecta de un
vocablo. Cada idioma, al transgredir etimológicamente los orígenes, da lugar a su propia personalidad
lingüística.
Es curioso, pero el régimen, con sus comisarios inmersores, reintroduce palabras castellanas arcaicas (que
el catalán conserva) como valenciano. Es el caso de "caserna", palabra que ahora nos venden como
"cultismo", cuando sólo es un arcaísmo del imperio español, procedente del argot de los ingenieros
militares castellanos. Subsistía como topónimo en un pueblo valenciano, pero también en Cuenca.
Por sus idas y venidas semánticas y geográficas es paradigmática la voz "charnego". Según la Real Acadernia
de la Lengua (última edición del DRAE, 1992), sólo tendría la conocida carga peyorativa hacia el
castellano en Cataluña y sería de origen catalán. Pero la Academia, en su amoroso trato a Gimferrer,
Martí de Riquer y demás académicos catalanes, ha vuelto a decir medias verdades e, indirectamente,
hipervalorar al catalán.
La palabra "charnego", cuyos antecedentes ya aparecen por Castilla en el siglo XIII, tuvo la versión
portuguesa "charneco"; francesa, "charnaigre"; occitana, "charnego"; y, en valenciano antiguo,
"charniego". En ninguna de ellas se hacía referencia burlesca al forastero, pues designaba a los grillos
que cantan de noche y a los perros especializados en la caza nocturna; ejemplares valiosos por sus
cualidades venatorias.
Los valencianos forales no asociaban el cánido charnego al insulto; prueba de ello es el que San Vicente
Ferrer fue Ilamado lebrel celestial. Cuando en 1600 llega la reliquia de Sant Vicent a Valencia, los
poetas ensalzan su personalidad y, en una quintilla del Dr. Bautista Ferrer, se alude metafóricamente

al santo como "Charnego" (Tárrega, F.: Relación de las fiestas. Valencia 1600, p.35). De igual modo, en
redondillas de Jusepe Pérez, leemos que: "EI gran Can es San Vicente, soys un perro muy perfecto"
(Relación, pp.268,290). En consecuencia, fue en Cataluña donde "perro charnego" se transformó en
"castellano charnego" o, más claramente: "perro castellano".
¡Ah!, y las fuerzas del eje avanzan. En libro prologado por la catalana Victoria Camps -elegida en 1993
senadora del PSOE por Barcelona - afirma que nuestra valenciana "Sor Isabel de Villena escribió en
catalán una Vita Christi
" (Mujeres célebres. Madrid, 1994, p.457) -¡Qué indignación sentirían los Villenas
ante tal cúmulo de falsedades! Aún en 1656, Don Iván Francisco de Villena recordaba la "Vita Christi,
que en Idioma Valenciano escribió Isabel de Villena
; que en la prosapia de los Villenas, hasta las
mujeres son sabias" (Villena, I.: Cenotafio del Dr. Melchor Villena. Valencia, 1656, ff. 3.7). Sin
comentarios.
Las Provincias 5 de Enero de 1995