Covarrubias, la lengua valenciana y la Cancillería Real
Por Ricardo García Moya
Hace años localicé un documento dirigido a la Cancillería Real, para que el vicecanciller lo hiciera
llegar a su verdadero destinatario, el rey Felipe III. En el mismo se advertía al monarca de que la relación
adjunta, "escrita en lengua valenciana", podría traducirla el Marqués de Denia. EI texto, relativo a
festejos en honor del monarca en 1599, presagiaba el valenciano moderno: joyes (no joies), llonja (no
llotja ni llotjeta); esta Ciutat (no aquesta); triunphants (que daría triumfant, no el triomfat barcelonés);
acudixquen ab dos (no amb dues) y los enfronts de ses cases (no i les façanes de las sevas casas). EI
documento también citaba la tradición del Reino de ofrecer al rey "confitures, piules, cohets y tronadors".
EI testimonio fue despreciado por los inmersores con el argumento de que el autor sería un escribano ignorante
o chauvinista. Ultimamente, revisando el manuscrito descubrí con agradable asombro que el supuesto
funcionario analfabeto era, ni más ni menos, que Sebàstián de Covarrubias; el mayor erudito en léxico
en tiempos de Cervantes; experto en desenredar orígenes enmarañados por cruces de árabe, latín o
francés; el mismo que en 1.997 es consultado obligatoriamente para realizar cualquier tesis doctoral
sobre las lenguas hispánicas del Siglo de Oro.
EI licenciado Covarrubias, nacido en 1539, fue autor del primer diccionario etimológico con rigor
científico. De sólida formación universitaria y conocedor del griego, latín, francés, castellano e ita- liano,
su Thesoro de la lengua, publicado en 1611, fue calificado por Martí de Riquer como "obra capital para
el conocimiento del idioma en los tiempos en que más brilló nuestra literatura". Así que no fue un anodino
escribiente quien escribiera aquellos documentos sobre la lengua valenciana, y hay que puntualizar que el
lingüista no debía nada a los valencianos; pues, debido a su carácter fuerte, tuvo roces con el retor
Assoris de Cocentaina, los jurados de Valencia, el Cabildo de Gandía y el arcediano Andreu de
Morvedre
. Este distanciamiento afectivo valora más la asepsia de sus apreciaciones idiomáticas.
Tras estudiar en Salamanca, el licenciado se convirtió en un comisionado real capaz de solucionar problemas
con moriscos, preparar bodas reales o recibir princesas. Su poliglotismo le permitía tratar con italianos en
Roma (1579), con catalanes en Barcelona (1581 ) y con valencianos en el Reino, donde residió desde
1595 hasta 1601. Covarrubias también hace referencia en el Thesoro de la lengua a , nuestro idioma:
"Alazor. Cartamus cuicis, açafrán romi; en Valencia, safrá bort". En otros vocablos no es tan lacónico:
"Fusta, Los oficiales della se Ilaman en lengua valenciana fusters".
La lista es extensa: "Albayalde, en valenciano blanquet; Chulla es vocablo valenciano; Camaroja, especie de
endivia o achicoria, es vocablo valenciano; albacora, por ese nombre Iláman en Valencia a la breva". Covarrubias
anota más palabras valencianas sin especificar, al ser compartidas por otros idiomas peninsulares: cava o fosa, espital,
foguera, ferir, galochas, garbillar, gavia, gola, gorja o cueIlo, almud, Almudi en Valencia, alcarchofa, chirivía,
almorçar, çaragüelles, çaida, etc.
La correspondencia que Covarrubias y los estamentos valencianos dirigen a la Cancillería Real es abundante
(ACA. C. 1: 1350), y demuestra que la lengua valenciana estaba reconocida al más alto nivel. EI cuento de hadas de
que "la Cancillería Real sólo reconocía la lengua catalana, no la valenciana", propagado por el Institut d'Estudis
Catalans, choca con la realidad. Desde 1276 - cuando Jaime I ordena arromançar fueros- hasta el decreto de 1707, se
usaba el latín y el romance o lengua valenciana, como testimonian documentos similares a los remitidos por
Covarrubias al vicecanciller del Consejo de Aragón y al rey de Valencia. Otra cosa es que algún despistado Ilame
provenzal, aragonés, castellano o catalán a nuestra lengua. Hay ejemplos: "Guarden les forces", lema de Alfons
el Magnanim, era "aragonese" para un tal B. Degenhart (Pisanello. Torino 1945, p. 79).
Covarrubias dejó también un manuscrito (BNM, Ms. 6159) sobre nombres propios u Onomasti- kon. Aunque sólo
abarca hasta la dicción Moisés, ofrece comentarios valiosos: "Alpuche. Que en Lengua Valenciana antigua se
Ilamó el Puig, que vale tanto como monteciquo (sic) pequeño, de la palabra italiana Poggio" (BNM, Ms.
6159). EI matiz sobre "lengua valenciana antigua" remite al romance usado en tiempos de la Conquista,
ya que Covarrubias está refiriéndose a los avatares del Puig coetáneo de Jaime Y.
Por tanto, los valencianos tenemos el testimonio del serio Covarrubias, que ridiculiza a los "seriosos" (?) del
Institut d'Estudis Catalans que afirman que la lengua valenciana sólo existió en la mente de viscerales chauvinistas.
En 1599, por lo visto, eran legión: el rey de Valencia, los Estamentos del Reino, las autoridades eclesiásticas, el
Consejo y Cancillería de la Corona de Aragón, el licenciado Sebastíán de Covarrubias, el mismo
Cervantes, etc.
Las Provincias 7 de Marzo de 1997