Fallas, idiomas y frailes

Ricardo García Moya

Todas las Fallas, el colaboracionista Eliseu Climent edita los patéticos Pensat i Fet y La traca en catalán, no valenciano. Fingiendo ser héroe de la libertad de expresión, descubre su condición de peón catalanero, retrocediendo con esta bazofia al humor de polvo y paja de los años 70, el de Alfredo Landa y Juanito Navarro, pero en catalán; es decir: exhibe tetas y culos en audacia anacrónica que intenta vender como espontaneidad popular, cuando sólo es la falsa sonrisa del ratero que pretende quitarnos la cartera. El panfleto busca engañar y favorecer la catalanización ideológica y lingüística de los valencianos, actividad que ha convertido en multimillonario al pigmeo ético Climent, que guarda respeto hacia la Banca, los etarras y toda la basura de extrema derecha catalanera que nos estrangula diariamente.

Esperando provocar, coloca una Real Señera sobre un pene (p.21), y con desprecio fascista hacia los valencianos se burla con frases estúpidas: El 23-F Nacional del Pais Valenciá. El tipejo se envalentona ante sus blandos conciudadanos, sabiendo que encontrará el aplauso de la Generalidad, la Universidad y la cobarde progresía de porro, polvete, gambitas y chalecito en la costa. Hubo un tiempo en que creíamos en el intercambio de ideas y conocimientos, suponiendo que personajes como Raimon o Eliseu modificarían su servilismo a Cataluña si les demostrábamos que los valencianos éramos un pueblo con idioma y personalidad propia. Ahora sabemos que sólo aman la bolchaca. Creíamos a los Sanchis Guarner, Fuster y compañía; sin sospechar que mentían. Eran taxativos en una serie de hechos que decían documentados, pero nos engañaban. Así, propagaron que la Cancillería Real tenía como lengua oficial la catalana, y que la valenciana no era reconocida en la egregia institución, pero mentían. En el mal llamado Archivo de la Corona de Aragón -donde los barceloneses retienen documentación robada a los valencianos- localicé legajos de la Cancillería donde se demostraba que la lengua valenciana era equiparable a la italiana o portuguesa. En ocasiones, la documentación oficial era remitida a los reyes, siendo un noble valenciano quien efectuaba la traducción: suplícole a V.Md. (Vuestra Mejestad) la mande ver, aunque escrita en lengua valenciana, pues podrá servir de intérprete el Marqués de Denia (ACA. Leg.l350, doc.31-7, año 1599). Suponíamos, inocentemente, que estas evidencias modificarían errores, pero el fascismo catalán no quiere heterodoxias que hagan tambalear el negocio de la catalanización en el Reino de Valencia. Los textos de nuestros hijos siguen repitiendo. que la lengua catalana fue la única reconocida en la Cancillería, de igual modo que pregonan la inexistencia de la ch" o el lo en nuestro idioma valenciano. Hoy, hasta la mayoría de los rótulos falleros están en catalán, no en lengua valenciana. Los blandos valencianos de traca, fútbol y paella somos así.

Igual que en el XV a finales del XVI se mantiene el reconocimiento y uso de la lengua valenciana en la prosa cancilleresca, en la literaria de Timoneda, en la de lexicógrafos como Covarrubias, en la eclesiástica y hagiográfica. Incluso en Cataluña, entre Tortosa y Lérida, los predicadores usaban el idioma valenciano, y no sólo ante los estudiantes, familiares y comerciantes del Reino. Lo sabemos por los propios cronistas catalanes: otros apostólicos varones que hoy goza la Compañía de Jesús, valencianos son, y con todo predican en valenciano en Cataluña...y explican en valenciano los mandamientos en los púlpitos,, (Universitat de Barcelona. Ms.1010, any 1633). Aparte de este manuscrito, el impreso "Memorial sobre defensa del catalán" (Tarragona,1636), repite el concepto de separación idiomática entre valenciano, castellano y catalán. Nuestros franciscanos predicaban. en su Idioma por el sur de Cataluña, siendo fray Nicolás Factor uno de los que más éxito tuvo en su recorrido (año 1582) por la cuña valenciana. Entró por Tortosa, donde predicó en la Catedral y se los puso en la garganta con un tétrico presagio que se materializó en terrible inundación. Con las masas entusiasmadas, Fray Nicolás zigzagueó por conventos e iglesias hasta Tivissa y Falset, realizando espectaculares numeritos de levitación y éxtasis ante la complacencia del respetable beaterio catalán. Fueron tan celebradas las filigranas místicas de fray Nicolás que el arzobispo de Tarragona quiso -tras su óbito en 1583- que quedara constancia en letras de imprenta. El voluminoso libro con las andanzas catalanas de fray Nicolás se publicó en el año 1596 en Alcalá de Henares, siendo dedicado a Felipe II. La obra contiene una suplicación donde se recuerda el interés del arzobispado de Tarragona y, por deferencia a Felipe II a quien estaba dedicada, se vertió del valenciano al castellano: El tenor de la suplicación es el siguiente, traducido de Lengua Valenciana en Castellana (Moreno, Fray Christóval: Libro de la vida de fray Nicolás Factor. Alcalá de Henares, 1596). La lengua valenciana existía para Felipe II, el arzo bispo de Tarragona y los doctos de Alcalá de Henares.

La lengua penetraba hacia Lérida, en gran medida por los religiosos valencianos de los conventos tarraconenses. Así, cuando el fraile enviado para tomar datos sobre de fray Nicolás llega al Priorat de Cataluña, en el convento Scala Dei, se entrevista con algunos de aquellos monjes valencianos (f.153). Por cierto, el biógrafo informa que el médico del monasterio, al observar a fray Nicolás Factor en trance: hizo una prueba, le hincó un alfiler por el pie (f.154). Lo malo es que al pobre franciscano, cuando repetía el numerito en otros conventos, siempre salía algún fraile cabrón con alfileres y punzones para dejarlo como un coladero: y en otros muchos lugares de Cataluña hicieron lo mismo (ib). Sospecho que la popularidad del predicador valenciano despertaba suspicacias entre los monjes catalanes; por lo que, aunque después se hallaba lastimado y sentía dolor (ib), siguieron acribillándole con agujas nada más que ponía los ojos en blanco. Ahora entendemos que, cuando la popularidad y los pinchazos eran apoteósicos en la Barcelona de 1583, decidió poner pies en polvorosa. En Prades, ya de regreso al Reino, un fraile le suplicó que se quedara a predicar; pero fray Nicolás, escarmentado: respondió que no podía, porque iba con prisa a morir a Valencia; frase mística que, traducida en términos literarios, sería: ¡Che, llanderol, vesten a puncharli el parruç a ta puta mare!. A los veinte días de llegar a Valencia, el 23 de diciembre de 1583, fallecía el perforado mártir Nicolás Factor.

Diario de Valencia 17 de Marzo de 2002