Gorrons y atoches

Ricardo García Moya

Como un Carrascosa en El Corte Inglés, el alemán Münzer observaba en 1494 a las damas valencianas, anotando que todas van escotadas hasta los pechos, de modo que puedes verles los pezones como yemas de árboles. Estos sensibles teutones usaban vocablos relacionados con otros valencianos que, gracias a la gestapo inmersora, hoy están prohibidos. Uno curioso es gorrons, considerado pariente del arcaísmo alemán gorre", el castellano gorra", el vasco gorri" , el catalán garri" y el portugués corra", muy dispersos semánticamente (cincha, cuerda de esparto, rojo, cerdo...) En un texto valenciano del XIX leemos: demá molt car anirá el seu en Valencia, siendo la causa del encarecimiento del greix o seu la orden de engrasar els gorrons de les campanes (Conversacions de Saro. Valencia. any 1820) Esta pieza del mecanismo para el volteo de campanas necesitaba mucho sebo, por lo que surge la duda: ¿Se llamaron gorrons por comer" mucho sebo, o quizá por las cuerdas y cinchas del artilugio?.

Aparte de dramas sociales denunciados en el texto de 1820 (Yo veig en dolor a chiques de huit, deu y dotse anys perdense y prostituinse), sorprende la presencia de vocablos que se suponían muertos hace siglos. Así, al tratar sobre los sabaters usa dos voces interesantes: serol, equivalente al catalán cerot; y alesna, nombre valenciano de la herramienta cortante del cuero. Además de presentar en 1820 una morfología idéntica a la medieval, el étimo de alesna procedía de las tierras germánicas de Münzer, el turista observador. En el siglo XIX, como idioma vivo, el valenciano mantenía ancestrales voces y asimilaba extranjerismos enriquecedores. Así, en el texto de 1820 localizamos el galicismo bucle por primera vez en valenciano, una peluca en sos bucles, anticipándose en su uso al catalán.

Que estos versos valencianos de 1820 fueran legibles por castellanos y catalanes -por la similitud entre neolatinas- no supone que captaran su exacto significado. Por ejemplo, al leer goleta los lectores castellanos y catalanes lo asociaban a la embarcación homónima; pero en idioma valenciano era polisémica, como adjetivo: no sigues goleta (loco), o sustantivo, tancarte en goleta (manicomio). En el texto de 1820, ante la estrafalaria vestimenta de Saro, el amigo le advierte que puede acabar en un sep de la goleta. El cepo era la terapia más usada en los manicomios goyescos.

Pese a que la finalidad de las Conversacions fuera política, el autor pone en boca de un personaje la reivindicación idiomática: el escrit ha de ser en valenciá (ib). Y así lo hizo, con recursos sintácticos y léxicos valencianos que hoy son despreciados: li agarrará un batistot, chiqueta, arrancar safanories, este borró que ha fet, arrepentit, allaucherar, un buen puesto pera vendre, yo no aborrixc, plom fundit, en eixos pobles, em quede a espergues, li previndré, mentres vixca, la sanc, el espirit dels autors, a vosatros, esclafatarrosos, a fondo, achupit raere una garrofera, monyicots, machades, dinés, rudea, atre castic, capituls, llarc, amparar, etc. Aquí tenemos sustantivos, adjetivos, infinitivos, demostrativos, indefinidos, adverbios, pronombres..., y todos son valencianos; por ende, condenados por las dos Generalidades.

Los peones del Institut dEstudis Catalans son dóciles. Si mañana ordenara el IEC que raere es legal, la prosa de los chicos de Bromera aparecería enriquecida con el adverbio valenciano. Para la Universidad y el Comando lingüístico Benidorm, enquistado en la AVL, la principal tarea es imponer el catalán en el Reino; y a esa labor sucia responde el prohibir voces vivas como las que acabamos de leer, o tildarlas de basura léxica, o asociarlas al cerrilismo de extrema derecha, o fingir que eran localismos de la odiada Valencia, o castellanismos insultantes, o deformaciones de la incultura blavera, etc. No hay duda de que si toda voz valenciana que difiere del catalán se prohibe o altera, y que toda construcción sintáctica valenciana se retuerce al capricho del IEC, nos encontraremos con la anhelada unidad de lenguas.

La gestapo catalanera quiere destruir lazos que el idioma valenciano, por mozarabismo prejaimino, tiene con otras neolatinas. Por ejemplo, la voz atocha que asociamos al madrileñismo chulapón también era nuestra, aunque su origen desaparece en ibéricas nebulosas. Aparte de la popular estación del AVE, "atocha era el nombre mozárabe del esparto, planta nativa del Reino. Esto significa que cuando las legiones romanas llegaron a Valencia, ya poseíamos este sustantivo distinto a spartum o sparton. La voz ha permanecido viva en algunos lugares, según reconoce hasta Corominas: En el valenciano de Sumacárcer anoto que se emplea hoy tocha. El vocablo está vivo en las montañas valencianas... existe el Barranquet del Tochar y tochera como mata de esparto (DCECH). Hay que advertir que el pícaro etimólogo catalán trastocaba a su antojo la realidad documental, donde leía Reino lo mutaba a país; y tocha o atocha, en totxa.

En idioma valenciano encontramos las grafías tocha y atocha: el cap com una tochera (Ensisam); y en las ordenanzas sobre defensa del Reino (Valencia,1573), leemos: pera portar aygua y atocha. El documento alude als achons ensesos (ib) de esparto que se encendían como alarma en dites torres y fortalees (ib). Las órdenes redactadas en idioma valenciano de la Cancillería contenían verbos interesantes: Los atalladors tenen obligació de eixir junts al amaneixer per la vora de la mar. El verbo valenciano amaneixer, vivo en la actualidad y presente en los diccionarios valencianos de Escrig (a.1871) y Fullana (1921), es una de las victimas léxicas de las organizaciones catalaneras amamantadas por las Generalidades (en plural, claro).

Alegría, poder y pelas, muchas pelas para los colaboracionistas. El diario Avui lanza barretinas en titulares triunfantes: Bromera se convierte en líder del mercado editorial en catalán en Valencia. La empresa de Alzira ha vendido más de tres millones de ejemplares en 15 años de existencia. Lo que oculta es que la inmersión obliga al alumnado a comprar bazofia, y que el mejor cliente de Bromera es la Generalidad. No es de extrañar que el magnate de la empresa, Joseph Gregori, declare su entusiasmo por la AVL. Al final, en vista de los hechos y no de la verborrea de culebricas, en Montserrat rendirán culto a la Mureneta y al Morenico.

Diario de Valencia 1 de julio de 2001