Diario de Valencia 25 de Noviembre de 2001

ISABEL CLARA SIMÓ Y ORIHUELA

Ricardo García Moya

La bella ciudad, antaño segunda capital del Reino, es hoy cámara de gas donde el catalanismo contempla impertérrito el envenenamiento de la población, única en Europa con un río de excrementos como columna vertebral. Los miles de millones derrochados en catalanismo darían para construir un cauce de oro con agua mineral, pero la inmersión es prioritaria. Orihuela es urbe tranquila, cercada por puticlubs donde zapateros de Elche y políticos tiran de tarjeta oro y chapurrean ruso. Arriba, el Seminario o factoría productora de onanistas, comunistas de extrema derecha, gastrónomos y catalaneros enloquecidos; abajo, conventos de monjitas y palacios mutilados que recuerdan la Orihuela del Reino, la de fieles ciudadanos que lucharon en la Germania y, en 1649, con el ejército valenciano que rechazó la invasión catalana de la frontera norte. Hoy, el fascismo inmersor espera que los gases del Segura exterminen la herejía idiomática; como si los oriolanos no tuvieran el derecho democrático a usar el idioma que deseen; otra cosa sería que voluntariamente, sin coacciones, recuperaran su idioma. Pero ya sabemos, ¡ay!, que las autoridades prohiben el valenciano, desprecian el español e imponen el catalán.

Orihuela hablaba valenciano, no catalán. Cualquier documento lo proclama, como las actas «del ofici de fusters de la lleal Ciutat de Oriola del siglo XVII. Los carpinteros trataban sobre nombramientos de clavaris y vehedors en est dia de hui..., de asuntos económicos, contes de cinquanta lliures y dihuit dinés; de gastos para eixir en el Corpus, del pendó nou del Gloriós Sent Joseph, de la prohibición a Pere Oliver de fer guitarres, ni cossa tocant a violer, etc. De igual modo, en el llibre de obrers de vila nos hablan sobre actos dels dies de dumenge y festes (AHO, Llibre de obrers de vila, 24 septembre 1623), y en la lista de descarrech apuntan costes del oli pera la llantia, el lloguer de 4 antorches, los sis reals que gastá en el asta del Pendó chiquet o si había que pagar dites semanes desde el dumenche. Con las variables morfológicas habituales, el léxico y sintaxis de Oriola era el mismo que en Valencia, y distinto al catalán.

¿Tenían conciencia idiomática los oriolanos? Los catalaneros dicen que no, pero ocultan y desprecian los testimonios contrarios a su dogma. El lector puede apuntar los datos siguientes, ya que los académicos de Ascensión no suelen incluirlos en los libros de texto que autoriza Tarancón: ...en la catedral de Orihuela, capilla de Santa Ana, y baxo sus pies estos versos en lengua valenciana (Martínez Paterna, Fco.: Exequias por Geronymo Simón. Orihuela, año 1612, f.50). Es decir, el mejor historiador de Orihuela testifica sobre el uso de la lengua valenciana en los actos religiosos y, probablemente, el propio Martínez pudo ser el autor de las composiciones, al ser presbítero y beneficiado de la citada catedral.

La intelectualidad eclesial no dudaba de la existencia del idioma valenciano, pero los obreros y artesanos ¿eran también conscientes? Siempre lo fueron, incluso en el siglo XVIII. En un documento que me ha proporcionado el filólogo oriolano don Jesús García Molina (detalle que le agradezco sinceramente), se aborda el problema que planteaba para los escribanos en castellano la inserción de párrafos de los antiguos libros de los gremios. En documento oficial y papel sellado de 1735 leemos que los horneros deseaban transcribir capítulos de nuestro Oficio hechos en nuestra ciudad en su Antiguo Gobierno en Idioma Valenciano, y suplican (que) en el expresado nuevo Libro se arreglen y traduzcan nuestros Capítulos del Idioma Valenciano en que se hallan a el Castellano (Arch. Hist. Orihuela, Actas de los horneros, año 1735). El pueblo debió seguir usándolo, pues transcurrido medio siglo las autoridades advertían que no permita el maestro que los niños y niñas hablen en el idioma valenciano sin que se les instruya en el castellano (Carta Orden de la Sala del Crimen a las autoridades de Orihuela. AHO, año 1787).

Y ahora, ¡lagarto, lagarto!, abordamos el asunto del epígrafe: la relación entre Orihuela y la alcoyana Isabel Clara Simó, premio Andrómina de narrativa en catalán 2001. Eliseu Climent le ha entregado los cuatro millones de pelas (Climent, proletario millonario, no sabe qué hacer con los millones que le entregan nuestros políticos) y, sinceramente, creo que Isabel se merece mucho más por su pastoral diaria en el Avui y las encíclicas en El Temps del citado Climent. Son escritos que, prueban la miseria moral a que llega un colaboracionista para ayudar al expansionismo; y es que Cataluña recompensa generosamente a sus peones. Respecto al nexo de Isabel con Orihuela, lo habrán adivinado, es el hedor del Segura y la obsesión que padece la alcoyana por olfatear las partes pudendas de los seres humanos, especia1mente desde que se identifica con el tema de su novela "L´home que ensumava les dones, y su protagonista, el cony de una dona, según declara la dionisiaca sesentona.

En el catalán de los que le pagan, claro, dice Isabel que el sexo de la mujer és el que més mha costat desbrinar (E Temps, 5-XI-01, p.52). Por su afán investigador estuvo en peligro de partirse en dos al intentar olorar-me jo mateixa, però va ser impossible. A la Coco Chanel de Alcoy no le bastaba la peste de pililas y parrusos ajenos, por lo que intentó introducir su nariz bajo el propio arco del triunfo; pero su anatomía de capicul se lo impidió y, supongo, acabaría metiendo la mano (per cert, reverent Batllori ¿li doná la ma a esta sinyora en el ultim Premit Octubre?) Acróbata y literata, Isabel merece un aplauso por sus contorsiones físicas y conceptuales; en ambos casos se mueve por idénticas latitudes. Dicen que el rostro define a la persona y, quizá me equivoque, el de Isabel lo asocio a culo de mandril con gafas, aunque algún fisonomista cruel diría que se parece a Gloria Marcos.

No puedo, no puedo -que diría Chiquito- olvidar a Isabel Clara Simó cuando el orinal del Segura me asfixia. A esta mujer sensible -catalana autodidacta que lucha por conocerse interiormente, aun a costa de quedar baldada-, le recuerdo estos versos del oriolano Miguel Hernández: Algún día estarás, me cago en C...,/ dentro del purgatorio de un retrete / enunciando la mierda con tu aliento. Quién le iba a decir a Miguel y sus cebollas la llegada al poder del fascismo catalanero y coprófilo, disfrazado de progresismo. Y al lector, un aviso: si les da la mano madame Parrús, ¡lagarto, lagarto!, jabón eficaz.