La expansión de la lengua valenciana en Cataluña
Por Ricardo García Moya
Este verano, en una tórrida tarde en la Universidad de Barcelona, comprobé lo interesante que era el
manuscrito Ms. 1010. Terminado hacia 1637, con caligrafía semejante a batallones de inquietas
hormigas, trataba sobre la "lengua catalana materna". Ahora, ya en el Reino, he consultado los
comentarios sobre el citado manuscrito en la "Historia de la Lìteratura Catalana", de D. Martí de Riquer, y
algo no concuerda; la única cita referente a nosotros es para recordar que en los años del manuscrito
estudiaban en Lleida más de "300 valencianos que hablaban y entendían, como es lógico, el catalán"
(HLC, V, p. 430). Por supuesto que entendían el catalán y el latín, pero ¿hablaban catalán o valenciano?
EI Ms. 1010 confirma que las lenguas habituales en Lleida fueron el catalán, el
latín (círculo universitario) y el valenciano; conclusión que no sorprendería si la
inmersión no censurara originales. La Universidad de Lleida fue autorizada en 1300 por Jaime II
en un lugar a salvo de ataques costeros y de la peligrosa frontera castellana, aunque alejado de Valencia,
Zaragoza y Barcelona. EI monarca nacido en Valencia concedió a Lleida el monopolio de los estudios
universitarios de todos sus estados; hecho que explica la nutrida presencia de valencianos en la diminuta
ciudad. La tradición persistió incluso en el XVII, cuando el Estudio General de Valencia superaba a
Lleida en prestigio y alumnado.
La Universidad reconocía a los valencianos múltiples inmunidades y por
privilegio de AIfonso III (año 1428), elegían al rector independientemente de
aragoneses y catalanes. Lérida vivía de su Universidad y, necesariamente un
colectivo que oscilaba de 300 a 800 valencianos sobre una población que, por ejemplo en
1708 no superaba los 3.000 habitantes, tuvo que influir lingüísticamente a lo largo de los siglos, desde
1300 hasta 1705. EI avispado gerundense Onofre Pou se percató del negocio que supondría un
diccionario en las tres lenguas habituales y, tras estudiar en Valencia, editó en 1575 un vocabulario
valenciano-catalán-latín. Convertido en bestseller, sirvió de texto en la universidad catalana hasta el
siglo XVIII, según reconoce la propia Enciclopedia Catalana.
Precisamente los que discuten en el Ms. 1010 sobre las lenguas maternas son dos
ilerdenses ilustres: el canónigo Alexandro Ros y el catedrático Diego Cisteller. EI
primero advierte que si los sermones sólo se imparten en catalán no gustará a los
extranjeros, incluso a los valencianos. Y añade que "en el Reyno de Valencia los
más son bilingües, sin que se hagan estorbo en la pronunciación las dos lenguas valenciana
y castellana" (Ms. 1010). A estas consideraciones (censuradas por Riquer, claro), se opone Cisteller,
que convivía con valencianos en Lleida y disponía del Thesaurus de Pou para despejar dudas en los
tres idiomas. En él, por ejemplo, se aclaraban incluso nimiedades como que el latín pastanaca o el
catalán pastanaga equivallan al valenciano safanoria (f. 31 v). La copiosa información sobre léxico y
ortografía del idioma valenciano (carchofa, pechines, picher, chic, eixida, otonyo, charrador, etc.)
explicaría el éxito del trilingüe vocabulario en las universidades condales.
EI constante trasiego valenciano por la ruta de Lleida se efectuaba lentamente,
con frecuentes descansos y pernoctaciones en las mismas y poco pobladas aldeas
desde el medieval año 1300. Estudiantes y familiares, cultos y acomodados en
relación a los aldeanos, eran modelo a imitar por su refinamiento e idioma. No es
ilógico, pues, que la cuña lingüística valenciana amenazara exten- derse desde
Lleida hacia la parte oriental de Cataluña, hecho denunciado en 1628 por el catalán
Andreu Bosch ("Titols d'Honor', Perpinya, 1628). La valencianización en la ruta
valenciana Ilegó a un punto en que los predicadores regnícolas usaban el valenciano
en sus sermones, no el catalán. EI doctor Cisteller, desde Lleida, testificaba que "los
padres Lorenzo San Juan, y Blanch (...) y otros apostólicos varones de la Compañía
de Jesús son valencianos, y predican en valenciano en CataIuña" (Ms.1010).
Quien esto dice, recordémoslo, era catedrático de la Universidad de Lleida, y lo

afirma en su "Memorial en defensa de la lengua catalana" (Ms. 1010) dirigido a
la Generalidad de Cataluña en 1636. Con él contestaba al también ilerdense
Alexandro Ros, que opinaba: "Es fuerza estén retirados en Cataluña sus
predicadores, porque rompidos (sic) en la lengua catalana, no han de ir si fueran
cuerdos a Valencia, donde falta en el estilo o vicio en la pronunciación ofende
grandemente". En otro párrafo del Memorial dirigido a la Generalidad, el letrado Cisteller deja claro que
el idioma de los valencianos era independiente de cualquier otro peninsular al recordar que las leyes de
Castilla "están en castellano; en Valencia, en valenciano; y en Cataluña, en catalán". Esto también lo
censuran, científicamente, los inmersores.
Es lógico que, tras graduarse en Lleida, los universitarios que regresaban a
Mallorca y Cataluña añoraran la clásica lengua de los valencianos; de ahí que los
catalanes Pere Posa y Pere Bru publicaran en Barcelona en 1481 la "Historia de Alexandre" "en la
present lengua valencìana". O que a Gregori Genovart, canónigo de Mallorca, agradeciera la edición del
Blanquerna, "traduyt, corregit y estampat en Ilengua valenciana"; traduccìón efectuada de los
manuscritos provenzalesde Llull por el catalán Bonlabi en 1521.
La franja de influencia idiomática valenciana fue un tormento para Cataluña hasta
1862, cuando el astuto Milá i Fontanals inventó lo del dialecto catalán occidental.
Hoy, atrapada en el tarquín inmersor, la bisoña Universidad de Elche ya edita folletos en puro
catalán.
Las Provincias 11 de Septiembre de 1997