La lengua del 9 de Octubre
Por Ricardo García Moya
Las Provincias 9 de Octubre de 1998
Poco a poco, la inmersíón impone la cómica consigna de que el idioma que
hablaban los cruzados que entraron en Valencia el 9 de octubre de 1238 era el
catalán. Por el contrario, la documentación demuestra que se trataba de un ambiguo
romance que permitía el diálogo, por ejemplo, entre el expedicionario aragonés
Pedro de Perea, el castellano Johan Mendoza y el mallorquín Bernat de Naya (y
no cito a catalanes, pues Cataluña no existía en 1238).
Basta leer manuescritos medievales (no versiones actualizadas) y comprobaríamos
que los lanceros burgaleses del Cid o los arqueros de Pedro el Cruel de Castilla
comían formage (C. Baena), se levantaban de matinada (Berceo), encerraban
pájaros en una gabia (Ayala), y no descuidaban fornir fortalezas (Ord. Sevilla) o
degustar alguna poma (Baena). El metge (Berceo) cuidaba la salud, y el saqueo les
llevaba de la pobresa a la riquesa (J. Ruiz) en el segle XIII (Cid); y aunque sus
años no llegaran a setze (Berceo) a las doncellas las conqueria (Cid). En la Castilla
del 1238 se decía fusta, son (sueño), ferir, sopar, soterrar, sota, ome,
tacas (manchas), aquest, aquesta, marjal, etc. (Cejador, J. Vocabulario medieval
catellano, Madrid 1990).
La vehemencia catalana en enaltecer su historia idiomática convierte en real lo que
es fantasía. Tenemos paradigmas como el de Editorial Barcino, que publicó el
llamado "Libre de feyts d'armes de Catalunya" -burda falsificación del barroco-
como obra clásica de la literatura histórica del siglo XV. La edición de 1930 era
precedida de un "científico" prólogo del filólogo don Enric Bagué, con datos
precisos sobre el "primer resum sistemàtic i complet de la nostra historia", y
afirmaba que Bernat Boades había acabado la obra "el 11 de noviembre de 1420".
Por poco nos da la temperatura hora, minuto y segundo en que, Boades signó la
obra. El bolero prologuista también informa que "Boades nació en el mas que
todavía lleva su nombre, cerca de Girona. Su bisabuelo ya era amo de aquel casal en
el año 1259". Como quien no quiere la cosa, enlaza la ficticia historieta con la época
del Conquistador.
Pero dejemos a los fabulistas y, para celebrar el 9 de Octubre ¿qué mejor regalo que
un testimonio del uso de la lengua del Reino en la Edad Media y Renacimiento? Se
trata de la "Plegmatica" (sic) del rey Joan I de Valencia, coetáneo de San Vicent
Ferrer, "traduhida del llatí en vulgar valencià per los Reverents mestres de la Seu
de Valencia en lo any Mil trecents noranta quatre y ara nova ment manat estampar
per los molts magnifichs senyors Iusticia, e Jurats de la present ciutat de Valencia
en lo any present de MDLXVIII". Es decir, que fue traducida a la lengua valenciana
en 1394, y vuelta a publicar en el mismo idioma en 1568. La Plegmatica fue
adquirida por un coleccionista catalán y está catalogada, pero nadie ha aireado la
importancia que tiene, ya que la denominación de la lengua surge espontáneamente
por parte de unos funcionarios y autoridades que no pretendían defender derechos
idiomáticos; simplemente seguían la costumbre que Jaime I estableció en el Reino:
la de traducir al romance valenciano, no al catalán, los documentos latinos.
En la "Plegmatica" de 1568 hay acentos puestos con lápìz por los integristas
catalaneros (el ejemplar se encuentra en la Bib. de Catalunya), pero no han podido
borrar otros detalles como el uso de y griega en voces como "Reyna" y en la
conjunción copulativa. También es muy interesante la vigencia de cultismos latinos
como tunc para huir de adverbios poco gratos. Así, observen que en 1568 esciben
"Jurats que tunc eren de la prenset ciutat". Este "tunc" despreciado por los
inmersores era etimológico del compuesto latino intucne, que generaría "entunce" y
"entonces". Por tanto, no es extraño ni aberrante que los valencianos cultos del
siglo XVII -como Clavero de Falces- escribieran "Son vestit li doná en tonces"
(Sacro novenario, Valencia 1669, p. 484); y que el citado adverbio triunfara en la
lengua valenciana, hasta que los profesionales de la inmersión deslizaran el
barceloní "aleshores".
La catalanización confunde conceptos y conductas. Todos quieren rendir pleitesía a
los condotieros culturales de España; incluso el entrañable profesor Tamanes que
-en entrevista emitida cuando le otorgaron el Premio Jaime I- se empeñó en
pronunciar el nombre del rey "Jaume" como "Yauma", con la castellanizante
corrupción fonética catalana. El economista, creyendo demostrar dominio del
romance jaimino, en realidad caía en un error similar a los que pronuncian
"Bilbado" y "bacalado" por ultracorreción.
De índole más siniestra es la confusión intencionada que cometerán en la falla del
Ayuntamiento en 1999. En ella, algún malasombra inmerso ha ideado la figura de
una lengua con roja barretina que simbolizará -según explicaron en "Informe
Semanal" de TVE para toda España- a un Jaime I con barretina que impuso la
lengua catalana a los valencianos en 1238. Los responsables de estas salvajadas
contra la cultura valenciana -pagados con los impuestos que nos desangran- son los
mismos que se burlan de nosotros con los cartelitos del Metro de Valencia. En
consecuencia, lean, lean la "Plegmatica" de 1394 y 1568 para consolarse, pues
actualmente los que mandan son inflexibles en lo tocante a la lengua: nada a la
valenciana, todo a la que viene del Institutd'Estudis Catalans. El pacto es el pacto.