La Lengua Valenciana... en la petit Catalunya de Pedrenyo
Ricardo García Moya
En la PCP Petit Catalunya de Pedrenyo , el alumno dispone desde el periódico
Avui del día a las últimas publicaciones independentistas catalanas (el Diario de
Valencia está prohibido). La Generalidad, buena madre, ha construido la más fastuosa
universidad de Europa en Alicante, con jardines, edificios vanguardistas que no paran de
brotar, paseos de lujoso pavimento, vegetación tropical y grandes estanques con
surtidores, inmensas superficies con miles de metros cuadrados de césped regados con
agua, mucha agua (y cuando llegue la del Júcar y Ebro, más). Pero Pedreño, niño malo,
dimite haciendo morritos y con los vítores de la prensa dirigida desde Barcelona que,
alborozada, brama: ¡Todo se lo lleva Valencia!. El niño malo quería ampliarla con su
Medpark hasta la cantera de S. Vicent del Raspeig, con lo que sería la superficie
universitaria más extensa de las galaxias. El proyecto uniría la Ciudad de la Luz, la
Ciudad del Cine y la Oficina de Patentes (aparte de Terra Mítica que está a 10 minutos).
En esta universidad catalana (de eso presumen) el alumno puede catalanizarse mejor
que en la Central de Barcelona; para ello está el dinero de todos valencianos.
En el territorio de Pedreño se enseña que la unidad de la lengua era y es un hecho aceptado. Hábiles comisarios
imponen la ley del IEC y textos inmersores. Si toca estudiar teatro, de un calbot los mandan a pasturar tratados
catalanes de las editoriales Curial y Edicions 62 de Barcelona, o publicaciones del Institut del Teatre de la Diputació
de Barcelona, etc.; aunque los paridos por la Generalitat de Valencia y sus mil sanguijuelas son más catalaneros que
los citados.
El alumno, aprende, por ejemplo, que el valenciano Fernández de Heredia escribió en catalán "El coloquio de
las damas valencianas" en 1524, pieza maestra que Cataluña necesitaba en su puzzle literario. En la PCP se estudia el
citado Coloquio en el "Teatre del Renaiximent" (Barcelona 1983) de un tal Massot que, sin coacción, confiesa: "He
hecho muchos cambios de puntuación e interpretación y he tenido bien presente la edición de los fragmentos
catalanes hecha por Joseph Romeu. Todos estos textos han sido regularizados ortográficamente de acuerdo con los
criterios de la colección". Massot ha catalanizado a placer ¿por qué no? Si, según dice, es teatro als Paisos Catalans y
la obra es bilingüe en catalá i en castellá. Aquí, en la PCP nadie advertirá al alumno que los Palsos Catalans jamás
existieron, y que Fernández de Heredia nunca usó el catalán.
En el original de "Las obras de don Joan Fernández de Heredia "(Valencia, 1562), tras una poesía en
castellano, el autor anotó: «Otra en valenciano" (f. 109,r.). La inmersión, científica, interpreta que Fernández quiso
decir "otra en catalán". Con igual criterio alteran en xic la morfología del adjetivo chic, "tan chich sant". El personal
yo, "yo no vinch a destorbar", lo transforman en jo, etc. Sintácticamente, Fernández de Heredia usaba el `neutro lo,
"faré lo que farán elles", "lo mateix haurem de fer" (f. 136); y el circunstancial locativo lo construye con la
preposición adecuada, "com ara en Valencia", "en Castella" (f.116) En catalán sería "a Valencia".
La obra se representó ante `la reina Germana y su esposo el duque de Calabría, personajes que -según la PCP-
impusieron el castellano en el Reino. Ocultan que Germana era francesa; y su marido, italiano. La juerguista pareja
jamás dio un real para imponer el castellano. Como demuestra "Coloquio de las damas", los castellanos eran tratados
fríamente en el palacio real de Valencia; lugar donde se oía valenciano, portugués, tudesco, italiano, francés, etc.. En
el pujante Imperio sólo se imponía el castellano para la evangelización transoceánica, pero no en Milán, Flandes o
Valencia. El castellano se extendió sin imposición por ser vehicular, como el actual inglés.
El poeta Fernández de Heredia, experto en anatomía e higiene de las sirvientas áulicas, reprochaba a las
jóvenes castellanas por llevar pintada la cara y sucios los pies. En la farsa, la esposa del poeta dice que "en Castilla
son todas sucias"; e increpa a su criada castellana llamándola "trucha" (f. 119). Esta enigmática voz, equivalente a
sucia, es de origen incierto. Anterior a la romanización, aparece con diversas grafias por el occidente europeo: troia en
textos italianos coetáneos de Bocaccio, como insulto a mujeres; trueia o cerda, en manuscritos gascones medievales;
truie, en francés moderno, etc. En catalán y castellano encontramos truja, con distinto valor semántico. En el condado
equivale al valenciano bacona, mientras que en Castilla alude a "las divisiones abiertas por delante en un plano
inclinado alrededor del patio del molino de aceite..." (DRAE). A mí me huele esta acepción a un origen metafórico
que prefieto no comentar.

Respecto a la versión del Coloquio que estudian en la PCP la voz valenciana "trucha" --así escrita por el poeta
renacentista en 1524- la falsean y convierten en la catalana "truja"(Massot. 191). Es fácil normalizar. Si el poeta
afirmó que escribía en valenciano, Massot y la Gran Enciclopedia Catalana dicen que en catalán. Todo está atado en
la PCP y el odio a Valencia se fomenta en igual medida que se ensalza a Cataluña. Esta semana, por ejemplo, tenemos
encuentros sobre "dones catalanes". Pero no todo está manipulado. El equipo de filólogos dirigido por el catedrático
de universidad Felipe B. Pedraza, dice de Fernández de Heredia: "Entre sus obras dramáticas destaca el Coloquio de
las damas valencianas, (donde) se mezclan las diversas lenguas de los interlocutores; en este caso, el valenciano y
castellano" (Pedraza, E: Manual de literatura española, III, p. 288)
Por cierto, los que siembran odio en Alicante contra todo lo valenciano tendrían que vivir en Tarragona, Lérida
o Gerona; y sabrían lo que es el centralismo barcelonés.
Historiador.
Diario de Valencia 1 de Diciembre de 2000