La "normalització seriosa" del Capitán Trueno
Por Ricardo García Moya
Era 1942, Mao ordenaba en el foro de Yenán la "creación de un ejército cultural
para derrotar al enemigo". Con disciplina robótica, millones de chinos iniciaron la lucha
contra la sociedad corrupta; pero, al no disponer de plataforma digital, recurrieron al
comic, un medio idóneo y barato para transmitir consignas. Enjambres humanos, desde
la brigada de estudiantes que repartía ejemplares en la Universidad de Pekín, la
verdulera de Shaoshan (ciudad natal de Mao) o la joven que servía el té en el tren
nocturno a Shan-ghai, todos asimilaron la ideología impresa en imágenes fijas y frases
inapelables.
La miseria persistía, pero los camaradas del Instituto de Lenguas Extranjeras de
Pekín y los del Instituto de Bellas Artes de Chechiang nadaban en la abundancia,
permitiéndose el lujo de editar comics en inglés y español que exportaban a tutiplén,
generando tumores como Sendero Luminoso o el Grapo. Mientras, el Ejército
Rojo
-sagaz tímpano de corcho- prohibía a Beethoven.
Sobre la mesa tengo dos comics con trampa: "Guerra de túneles" (Pekín, 1972) y
"Camacuc" (Valencia, 1997). EI primero, editado por el gobierno de China Popular,
transmitía consignas de Mao; el segundo, con ayuda del gobierno de la Generalitat de
Cataluña y la Fundació Bancaixa, transmite consignas y lengua del Institut d'Estudis
Catalans
a los centros de EGB y BUP valencianos (lo mandan gratis). La politización
persiste.
Mientras Pekín editaba "La aventura del tornillo", un dibujante nacido en el Reino de
Valencia, Miguel Ambrosio (Ambros) creaba la imagen del Capitán Trueno inspirándose
en los tebeos valencianos del Guerrero del Antifaz. Los escenarios exóticos -desiertos,
selvas y ciudades prohibidas como Tombuctú- donde el Guerrero del Antifaz luchaba
contra tiranos, piratas y negreros fueron retomados por el Capitán Trueno. En el primer
ejemplar, Ambros dibuja al Capitán Trueno como un caballero "español" que combate en
torneo contra Ricardo Corazón de León; el inglés grita "San Jorge por Inglaterra"; el
español, ¡Santiago y cierra España! (Ambros: Trueno.nº 1,1956, viñeta 12)
Tras cuarente años, la normalització ha despertado la crepuscular memoria del catalán Víctor
Mora, uno de los dos guionistas que tenía Ambros para el cómic citado. Desde
Barcelona, proclama que Trueno era catalán, y más ampurdanés que la boina de Josep
Pla
o los bigotes de Dalí ("La Vanguardia", 20-VIII-96) Como los chinos de Chechiang,
veloces, los normalitzadors se han movilizado; el Ayuntamiento de Castelló
d'Empuries
ha lanzado en catalán "EI Capità Tro, fill de I'empordà, y otros agentes
han importado una ristra de doctores de las universidades de todo el mundo (Miriam
Cabré
, del Warburg Institute de la Universidad de Londres, Patrice Brien, etc.) para
arropar al neonato y disipar dudas sobre su ADN.
Huele a tongo, pues Víctor Mora declaraba en 1987 que aquel español de Santiago y
cierra España -conocido como Capitán Trueno- estaba inspirado en el ciclo artúrico y
en el mundo de cervantino, con "el bravo caballero de la Mancha, Don Quijote, que
lucha contra bellecos y malandrines, alados dragones y gigantes Caraculambrios y
Briaceos" (Mora: Trueno, 1987). La Mancha, que sepamos, no linda con I'Empordà.
Mora no es lo que se dice un premio Cervantes de narrativa. Fue el genial Ambros de
Albuixech quien creó la iconografía de Trueno; tenía cultura (maestro nacional) y se
documentaba sobre la época, vestuario y arquitectura del guión. Por cierto, los derechos
sobre Trueno los logró Mora con la generosa ayuda de Ambros, ya que Bruguera ponía
mil dificultades. Está documentado, y lo saben los estudiosos del cómic: Román
Gubern, Javier Coma, Tadeo Juan, Josep Toutain, etc.
Puestos a especular, el republicano Ambros conoció la Real Señera con franja azul de la toma
de Ibiza y la de los batallones de Castellón en el frente de Teruel. En el primer ejemplar el
Capitán Trueno incluye dos heráldicas: la del rey inglés, con leopardos; y la de Trueno,
con barras y franja en la parte superior. Ambas, la inglesa y la Señera, las dejo
acromáticas. Después, Bruguera las coloreó anárquicamente. Y siguiendo el estilo de

Mora ¿por qué no afirmar que el Guerrero del Antifaz nació en Montesa o Altea? Lo
tendríamos fácil, pues alguna de sus andanzas ("EI desembarco pirata") sucede en el
Reino de Valencia.
Qué distintos somos a los catalanes. Recuerdo en mi infancia la frecuente visita del señor Gó-
mez, "Miqueta", rotulista de los cómics de Roberto Alcázar. Fue la época dorada del
cómic va- lenciano, y nadie se enteraba de ello; un magnífico equipo de profesionales
-el propio Ambros o escritoras como Angeles Arazo- se aglutina junto a la mítica
editorial valenciana. Hoy un sórdido Camacuc en catalán confunde a los niños
valencianos. Mientras, en las noches ampurdanesas -tramontana y niebla pirenaica- se
oye la poderosa voz del Capitán Trueno que grita: ¡EI valenciano Ambros fue mi
creador!
Los espectros de Josep Pla, Dalí y el Negre de Banyoles, con sonrisas
surrealistas y normalitzada, miran al héroe.
Las Provincias 9 de Febrero de 1997