Les Trobes de Febrer

Ricardo García Moya

Apócrifas, como es sabido, las Trobes de Jaume Febrer son una obra literaria escrita en idioma valenciano del 1670. Onofre Esquerdo entregó el manuscrito autógrafo al historiador Joseph Ortí y Mayor, el cual lo cedió al erudito Vicent Ximeno para que comprobara la autenticidad del texto. El análisis léxico y sintáctico, la fantasía de los hechos narrados y la ausencia de referencias al manuscrito antes de 1680 indicaba su modernidad.

Las Trobes motivó un fecundo contraste de opiniones entre Gregorio Mayans, Ortí Mayor, Vicent Ximeno y Marcos Burriel, personajes de sólida formación humanística y conocedores de las lenguas hispánicas. Fue Vicent Ximeno, miembro de la Academia Valenciana (antípoda del ántrax sardanero de Hauf y Ascensión), quien inició las pesquisas con esta carta al jesuita Burriel: ...hallará VR. otra carta mía sobre algunas dudas que puede poner quien esté versado en la lengua valenciana, sobre la legitimidad de esta obra de Febrer (Bib. Nac. Ms. 3947, 6 abril 1759) Observe el lector la contundencia en la adjetivación de la lengua por parte de Ximeno y los miembros de la Academia Valenciana fundada por Mayans en 1742, pues no dudaban de su independencia: la catalana ha recibido muchos vocablos de la francesa, valenciana, castellana... (Mayans: Orígenes, p. 343)

El manuscrito copiado por Ximeno contenía los endecasílabos que Ortí y Mayor dedicó al ficticio Febrer: ...y per estes Trobes, de trobar tant dures, / be es poden donar moltes Trobadures. El poeta jugaba con la dificultad de los versos y el contenido histórico que ofrecería hallazgos o trobadures (sustantivo que la inmersión sustituye por troballas): Lamentablemente, el catalanismo extiende sus pezuñas hasta los ilustrados que analizaron el manuscrito de las Trobes. Por ejemplo, la Gran Enciclopedia Valenciana envilece la personalidad del Ortí y Mayor, prolifico investigador y escritor en valenciano y español que ocupó el cargo de secretario de Valencia; pese a ello, si un estudiante consulta la GEV leerá que escribió buen número de poemas en lengua vernácula. ¿Qué lengua será esa que no tiene nombre? Los terroristas culturales de la GEV ocultan que Ortí siempre llama idioma valenciano o lengua valenciana a la suya, siendo un testimonio incómodo contra el dogma de la unitat de llengua. La GEV cita el Col-loqui entre lo Engonari de la Llotja i lo Rat Penat, cuando el original de Ortí dice: Coloqui entre lo Engonari de la Llonja y lo Rat Penat(any 1740). Los descuideros de la GEV catalanizan el coloqui, la llonja y la conjunción copulativa.

La Universidad de Valencia se prestigiaba en 1740 con filólogos como el catedrático fray Raimundo Joseph Rebollida, intelectual que componía en seis lenguas: la valenciana, la española, la portuguesa, la latina, la italiana y la francesa; (Ortí y Mayor: Quinta Cent.1740, p.169). Los versos de Rebollida eran en valenciano barroco: ...oint cants, corns, sinfonies,/ vent comedies, roques, jochs,/ jagants, llumenaries, fochs. El catedrático usaba el gerundio valenciano vent (no veient), y rechazaba los catalanes gegants, simfonias, etc. En la Universidad de Valencia existía un Claustro digno, sin colaboracionistas que vivieran de defender la bandera catalana, el idioma catalán y el merdós principat de pacotilla.

Respecto a las Trobes, cada copia posterior a la de Ximeno sustituía vocablos del XVII por arcaismos que, supuestamente, acercaban el texto al original que nunca existió. Si el manuscrito de 1759 dice: aquelles tres isles (prolec, v.39), la edición mallorquina lo transforma en aquelles tres illes (Trovas. Palma, 1848). Pese a estas alteraciones, las Trobes constituyen una pieza valiosa en lengua valenciana, superior a la equivalente catalana del Libre dels feyts darmes de Catalunya, falsificación de 1680 que Martí de Riquer considera la obra en prosa más importante de la decadencia,, (H. Lit.Cat.1985). En catalán, seguro; pero es una piltrafilla comparada con las escritas en idioma valenciano, sean las Trobes o la Rondalla de Galiana. Por cierto, los valencianos denunciaron el anacronismo de las Trobes en el XVIII, mientras que los catalanes presumieron del Libre dels feyts hasta 1948, cuando les fue imposible mantener el timo.

El manuscrito que manejamos (Bib.Nac.Ms.3947), es anterior al proceso de alteración del XIX, por lo que el idioma usado es del 1670. En él hallamos el perfecto perifrástico valenciano, varen trobar (no el van trobar del colaboracionista Enric Valor); demostrativos y diptongación valenciana, este eixercit (no aquest exércit); pronombres encliticos unidos al infinitivo, manant repartirles; y morfologías propias, como la velar oclusiva sorda en "prolec (no próleg). En el apartado léxico utiliza gerundios como despedint (no acomiadant), y cultismos valencianos como cloaques.(no clavegueres). Uno de los primeros en escribir cloaca en texto no latino fue el valenciano Beuter (a. 1546), y teniendo en cuenta que pocas ciudades del Reino tenían estas obras sanitarias, el vocablo quedaría vinculado a minorías cultas y urbanas. En buena lógica, hoy tendríamos el valenciano arbellons -equivalente al castellano imbornal y al arcaismo embrunal-, para nombrar las entradas de agua en el bordillo de las aceras; y cloaques sería el cultismo valenciano sinónimo de " aiguerals o conductos de aguas de lluvia y residuales (alcantarilla en castellano, claveguera en catalán). Como lo oculta la banda de Corominas y sus cuarenta filólogos, les recordamos a los concejales alcantarilleros de Rita, que el valenciano Esquerdo escribía antes de 1707: fenli sis cloaques, no clavegueres.

Los intelectuales del Reino poseían un idioma propio, el valenciano, que iban modelando léxica y sintácticamente. En esta tarea participaron académicos como Ximeno y Mayans, catedráticos como Rebollida y escritores como Ortí y Mayor. Todos se sentían orgullosos de la existencia de la lengua valenciana y de una personalidad nacional que abarcaba del Cenia al Segura. En el 2001, el fascismo catalanero fomenta hasta tal punto la burla hacia los valencianos que cualquier analfabeta separatista (catalanera, claro) puede alardear por Canal 9 de que es alicantina, pero no valenciana. Y San Zaplana sigue sonriendo.

Diario de Valencia 21 de Octubre de 2001