Los incultos y el pronombre mosatros
Por Ricardo García Moya
La escena se repite día tras día. El presentador de Canal 9 habla en normalitzat del Institut dTMEstudis
Catalans, usando el arcaísmo nosaltres; el invitado, en lengua valenciana moderna, le contesta con el
pronombre personal mosatros que aprendió de sus padres. Esta fidelidad idiomática no es ignorancia, al
apoyarse en hechos que legitiman el vocablo y que podrían remontarse incluso al aragonés medieval, con
sus dicciones nusatros y vusatros, pero no iremos tan lejos.
Comenzamos con un manuscrito firmado por don Josep Ortí, secretario de la Generalidad del Reino a
fines del siglo XVII que, a pesar de su caligrafía barroca, permite leer "en nosatros" (ACA, Memorial, 11 -
12 - 1696), antecedente del actual mosatros. Hace trescientos años se estaba gestando el valenciano
moderno, igual que sucedía con el castellano, catalán, gallego y francés. Las alteraciones morfosintácticas
conformarían progresivamente la singularidad léxica futura, y todas las variables (nosoutros, nosotros,
nous autres, nosaltres, mosatros) podrían ser calificadas por Cicerón o Virgilio como corrupciones de la
latina lengua madre.
No sólo encontramos nosatros en memoriales de la Generalidad anterior a 1707. En la mejor obra
literaria valenciana del siglo XVIII, la Rondalla de rondalles (Valencia 1769) de fray Luis Galiana,
podemos leer "tingam nosatros la festa en pau" (p. 18), que testimonia la implantación del pronombre.
En la obra de Galiana -filón de lexicólogos- se documentan muchos términos del valenciano moderno por
primera vez (ascolte, boljaca, aufegarse, gentola...). Ni que decir tiene que Galiana era persona ilustrada,
admirador de Quevedo, amigo de Carlos Ros y estudioso del idioma.
Progresivamente, sin imposiciones externas, la aceptación del pronombre nosatros fue absoluta en el Reino
de Valencia, hasta tal punto que el latinista y archivero José Nebot, en su "Gramática Valenciana",
publicada hace más de un siglo, advertía que "será catalanismo usar la voz nosaltres por nosatros"
(Gramática, 1894, p.127). El mismo erudito da una valiosa información al comentar que "también se dice
mosatros en vez de nosatros" (p.45). Es decir, la lengua valenciana sólo admitía nosatros y mosatros,
transgrediendo esta regla los poetas románticos que, deliberadamente, envejecían escritos con los apres,
dreturer, forcivolment, nosaltres, pas, lur, y demás cadáveres léxicos procedentes del romance y
provenzal medieval.
El setabense Vicente Boix reproducía en 1855 poesías con las voces nosatros y vosatros (Fiestas,
1855, p.424); y el filólogo y académico Lluis Fullana, al tratar sobre pronombres personales, decía: "La
formación nosaltres (nos alteros) fon substituida per nosatros, no per corrupció, sino per evolució"
(LTMensenyança de la llengua valenciana, 1926, p.103). Para el filólogo de Benimarfull sólo eran correctas
las formas nosatros y mosatros (Gramática, 1915, p.214) que, como es habitual en términos cultos,
tienen sus localismos dialectales: moatros, natros, etc.
Quizá el único que podía rivalizar con Fullana en el conocimiento del valenciano clásico fue el
franciscano Andrés Ivars (Benisa 1885); el cual, en publicaciones y conferencias sobre manuscritos del
siglo XIV usaba el léxico ahora ridiculizado: "nosatros, en el Reine de Valencia" (Congreso de Historia de
la Corona de Aragón, Valencia 1923, p.51). Igual criterio muestra don Francisco Martínez (Altea, 1866),
vicepresidente de Lo Rat Penat, investigador y recopilador de leyendas. Después de escudriñar en los
rincones lingüísticos del Reino, en las historias "arreplegades per el Reyne de Valencia", utiliza el
pronombre "nosatros" como forma culta. Por cierto, sus leyendas las ha editado la Diputación de Alicante,
la de Juli dTMEspanya
, con comentarios en barcelonés del Institut dTMEstudis Catalans: avui, amb, nosaltres,
aquesta, dues. (Llegendari, Diputació dTMAlacant, 1997.)
Entre los intelectuales que escribían nosatros y mosatros no podía faltar mosén Martí Gadea, nacido en
1837 en Balones, cerca de Alcoy. Su valiosa obra -vocabularios, diccionarios, poemas, folklore y narrativa-
ha sido trillada por lexicólogos como Corominas. Casualmente silencian que Martí Gadea utilizaba el
valenciano moderno: nosatros, mosatros, companyers, bellea, vegá, carranchs, reyne; es decir, el
perseguido por el Institut dTMEstudis Catalans. Curiosamente, en el diccionario de Alcover incluyen
mosatros sin tildarlo de corrupción blavera.
La lista se podría ampliar, pero es suficiente para que cuando nos digan que el Institut dTMEstudis Catalans
-gendarme en casa ajena- prohibe los pronombres valencianos, se les invite a leer al filólogo Fullana, de
Benimarfull; al escritor Martí Gadea, de Balones; al novelista fray Luis Galiana, de Ontenient; al
historiador Boix, de Xátiva; al investigador Francisco Martínez, de Altea; al erudito padre Ivars, de
Benisa; al secretario de la Generalidad Josep Ortí, de Valencia. El avergonzarse de los pronombres

personales valencianos mosatros y vosatros comenzó en 1940, y no por las razones que propagan los
inmersores.
Las Provincias 30 de Marzo de 1997