Sopes de galgo

Ricardo García Moya

En un libro recién editado, José Calles Vales afirma que: “alioli es voz levantina y catalana” (Calles: Origen de las palabras estrafalarias, p.23) Según estos tipejos, el Reino sería Levante y la lengua valenciana, levantina. El autor imita al gobierno del PP y a la prensa castellana que, inflexibles, nos insultan con titulares que se ciscan en el Estatuto, la Democracia, la Historia y la madre que los parió: “Los emplazamientos de las nuevas cárceles serán Madrid, Levante, Andalucía” (ABC, 20/4/2002, p.31); el “Levante” a que alude el rancio diario es la valenciana Villena. Somos tan blandos y aguantamos tanto desprecio que, para no contaminarse con el adjetivo “valenciano”, en toda España usan eufemismos como “levantino” o “mediterráneo”. En el corralito gastronómico, los restauradores vascos, castellanos y catalanes presentan recetas del Reino como típicas de su tierra. Fingen ignorar que el “alioli” (sic) murciano o catalán son de influencia valenciana, y que nuestra documentación sobre el “allioli” en idioma valenciano no tiene parangón con la catalana y castellana: “all y oli” (Fenollar: Lo procés de les olives, 1497); “all y oli, sanc en seba” (Mulet: Bib. Nac. Ms. Inf. Tellina, h, 1660); “torbats com un allioli” (Galiana: Rondalla, 1768); “all y oli” (Baldoví: El virgo de Visanteta, 1845). “més torbá quel alliol” (Palanca: Al vell carabasa en ell. Xátiva, 1867). Es significativo que el gerundense Onofre Pou, en 1575, ofreciera la voz catalana “allada” como equivalente a la valenciana “allyoli” (Thesaurus, 1575).

La gastronomía catalana también exhibe como trofeo el “allipebre” valenciano, exquisitez asociada al teleósteo albuferenc: “una anguila, tindrem al manco allipebres” (Baldoví: Un ensayo fet en regla, 1845). Milagrosamente, platos como “les sopes de galgo” no han sido devorados, creo, por los rateros vecinos. Mi padre solía hacerlas como frugal cena de alivio y contrapeso al pantagruélico “arrós en fesols y naps” o a la ”torrá de chulles dovella y allioli”, ya que la ligereza del galgo y la de la sopa homónima eran tan similares que, posiblemente originó la metafórica denominación. Sólo recuerdo que ponía agua a hervir y añadía el abaecho o bacallar (en catalán, bacallá) sobrante de otros manjares como el arrós al forn en abaecho o mondongulles de lo mateix; es decir, la cola del bacalao y poco más. Ya en la mesa, algunas gotas de aceite de oliva espeso y virgen de Matietes Borja, el botiguer, y quizá algunos trozos de pan del forn de Ricart. Sobre este plato tan simple y enemigo del colesterol tuve dudas, pues llegué a pensar si sería una denominación casera inventada por mi padre o el yayo (que era de Llucena del Cit); pero no, pues en plena guerra contra Napoleón, en 1811, nuestros antepasados ya gozaban de la austera sopa: “un poquet de bacallar bullit, y sopes de galgo de ell a mig dia, / y a la nit, una seba fregida” (Conversació que tingueren en un botiga de la Porta Nova un llaurador de lhorta, un sastre,..Imp. de Orga, en Valencia, any 1811, p.8).

El sustantivo “galgo” (de “canis gallicus”, perro de Galia), también es valenciano desde hace siglos, aunque los catalaneros lo nieguen: “galgo” (Pou: Thesaurus, 1575); “ni galgo ni tampoch de falderet” (Mulet: Poesies a Maciana, 1643); “com un galgo” (Balader: Miseria y compañía, 1872) “unes sopes de galgo” (Ballester: El tio Sech, 1876). De todas formas, todo será levantino o catalán gracias a nuestra Generalidad que, previsora, deja en blanco el lugar que ocuparía en otros tiempos el adjetivo “valenciano”. Crea una AVL, pero no especifica de qué lengua; y en la web de la Biblioteca Valenciana ofrece textos en inglés y español, pero no cita el idioma valenciano, al utilizar el catalán.

Cuando no existía el fascismo catalanero que nos insulta el 25 de abril, los eruditos del Reino discutían sobre los idiomas, sin poner en duda la independencia del valenciano. Ejemplo de ello es la cruel réplica que el deán de Xátiva, en 1820, disparó contra el dominico Ribelles, cronista de la Ciudad y Reino. La polémica se centraba en la influencia del vasco sobre el latín y las lenguas romances peninsulares, ridiculizando el deán la opinión de que España “ha sido eusquera” (p. 56). Ribelles sugería que “el nombre femenino Va!entia (valor) es vasco”, replicando el deán: “Pregúntele cómo se llama en castellano, lemosín, valenciano, portugués y aun latín” (p. 59). El deán derrochaba erudición y repartía leña a los que querían dar otra madre al valenciano que no fuera el latín: “... del Padre Larramendi, y hallada alguna dicción (vasca) parecida a otra valenciana, decir que ésta es hija de aquella” (p. 67). El deán era algo cabrón, todo hay que decirlo, al acusar al pobre Rlbelles: “que andaba por Madrid tinturando pelos y aladares canos y senecios”. ¿Se teñía el pelo, o la bala señalaba la tendencia sexual del dominico? El deán estaba muy cabreado, por interpretar que era una “burla a Valencia” la argumentación del coqueto cronista.

El deán habla en su opúsculo del latín, valenciano, castellano, lemosín, vasco, portugués, etc., estableciendo frontera entre valenciano y lemosín, ya que el catalán era considerado un dialecto del mismo. Como esto lo leerá más de un catalanero de los que han venido a darnos por donde les gusta el 25 de abril, les dedico otra cita de las que no aparecen en los libros inmersores. Son palabras de un catedrático de Retórica de la Universidad de Valencia en 1734, muy anterior al pozo de mierda catalanera en que se ha convertido actualmente; lean, lean despacio: “mas no en castellano, no en bascuenze (sic), no en catalán; sino en idioma valenciano” (Rodenas, Dr. Thomás: Aprobación que de orden..., Valencia. Imp. Cosme Granja, año 1734). Hoy, el diario catalanero “Levante” y la tropa de Ascen-sión, llamarían secesionistas al deán de Xátiva y al catedrático de Retórica.

Noticias del terrorismo cultural: Esta semana, la Universidad de Alicante exhibe carteles y pancartas con la bandera catalana, proclamando que “Som una nació” y exigiendo la independencia de los inexistentes PP.CC. En la biblioteca se ofrece publicidad de la Generalitat de Catalunya y sus libros: “Estudiar a Catalunya”, “Fires i firaires”, etc.Regreso a casa cargado de publicidad fascista catalana, y pienso lo que habrá costado este catálogo de “Publicacions de lAbadia de Monserrat”, con 168 páginas, que regalan a todo el mundo. Casualmente, este asqueroso 25 de abril llega puntual “El Temps” de Climent a los centros de ESO y Bachillerato, con un coleccionable sobre gastronomía de los “Paisos Catalans” ¡pagado por la Generalitat Catalana!, donde nos meten a nosotros ¿Comprenden que aquel tipejo diga que “alioli” es voz “levantina y catalana?” Y los felices San Zaplana y Tarancón cobran, pactan, callan y otorgan.

Diario de Valencia 28 de Abril de 2002