Ya está aquí la "normalització" numismática
Por Ricardo García Moya
Entre los múltiples libros en cátalán que semanalmente adquiere la Generalidad
Valenciana para las bibliotecas públicas, con dinero del contribuyente, destaca la lujosa
Historia de la moneda catalana (Barcelona,1996). Su autor es el doctor en historia
Miquel Crusafort, presidente de la sección numismática del Institut d'Estudis
Catalans
(IEC), organismo encargado de la "seriosa normalitzacio" de la
numismática.
EI paso dado es admirable, pues normaliza como catalanas a las monedas de la antigua
Corona de Aragón y media Francia, etiquetada ahora como la Occitania Catalana: Marsella,
Cannes y hasta el Mónaco de Rainiero (Crusafort, M.: La moneda catalana,
Barcelona, 1996, L. 3. En el libro, "molt seriós", nada es arbitrario; llamar catalanas a
monedas de otros territorios tiene su fundamento en los trabajos del IEC para
racionalizar la taxonomía numismática del III Milenio. Estos son:
"Barcelona, Perpiñán, Valencia y Mallorca fueron los talleres emisores del florín catalán, una
moneda que fue conocida como florín de oro de Aragón, por la titulación del rey que
aparecía en la moneda: REX ARAGO, pero que tenía bien poco de aragonesa. Es uno
de aquellos casos en que la denominación histórica resulta completamente confusa.
Por eso nosotros preferimos hablar del florín catalán." (p. 89.)
Esto es rigor científico, sin acritud. Si el Institut prefiere llamar "florín catalán" a las
piezas acuñadas en Valencia y Aragón, ¿por qué se opone la caverna a esta científica
normalización e insiste en llamar florín de Aragón al florín de Aragón? Hombre, por
favor, un poco de seriedad. Además, a los doctores del IEC tampoco les gusta eso tan
feo de REX VALENCIAE y REX ARAGO. Seguro que los monarcas querían grabar en
las monedas el bonito título REX CATHALONIAE, pero la confusión histórica lo
impidió. Menos mal que todas las universidades del mundo y el Institut d'Estudis
Catalans están en la tarea de solucionar estas nimiedades.
Hay un detalle todavía más horrible que el IEC olvida: Cataluña jamás tuvo moneda en los
siglos en que cìrculaba el florín de Valencia y Aragón. En los siglos XIV y XV -entre 1300 y
1500-, mientras se acuñaban hermosas piezas con los nombres de los reinos europeos (Valencia,
Francia, Castilla, Aragón, etc.), nadie, ni siquiera los misteriosos "reyes catalanes" (je),
ordenaron acuñar monedas de la supuesta nación catalana.
Aunque quizá estemos equivocados y el seriós doctor Crusafort pueda indicar dónde
ha encontrado piezas -aunque sean de hojalata- que hagan referencia a Cataluña en la
Edad Media y Renacimiento. Nos da igual que aparezcan en la "Occitania catalana" (?)
o en el campo del Hércules de Alicante (con perdón).
Pero ni Crusafort ni todo el Institut d'Estudis Catalans pueden, ¡hay si pudieran!, inventar
una moneda que no existió hasta que -en la decadencia de la Corona de Aragón- se entregaron a
Francia en 1640. Entonces comenzó Cataluña a tener moneda con su nombre y por poco
tiempo.
Estas cosas no les gusta a los doctores del IEC. Prefieren la "normalització" a la carta: ¿Les
humilla lo de Corona de Aragón?, pues inventan lo de corona catalanoaragonesa. ¿La
denominación de lengua valenciana les retorcía las tripas? Milá i Fontanals saca de la manga lo
de dialecto occidental del catalán y se acabó el incordio. ¿Que es molesto tener unos vecinos
con el título de Reino de Valencia? Nada, nada, con país van que se matan. Así, poco a poco, les
está quedando una normalització molt seriosa: Principado catalán, lengua catalana, señera
catalana, florín catalán, països catalans, Occitania catalana, etc.
EI seriós Crusafort dice que Cataluña nace en el 934, con Guifré, pero ni el Pelut
dio moneda a Cataluña en el siglo IX ni tampoco los Berengueres en los siguientes. Ni
siquiera Jaime I se enteró de que existía una nación llamada Gotholania, Catalonia o
Catalunya, y que merecía incluir su nombre en las monedas. La Generalidad del CiU,
preocupada, parece que intentó solucionar esta afrenta. En 1987 editó una Historia
dels Catalans
, prologada por Pujol, en la que aparecía en la pá- gina 27 una

espléndida moneda medieval con la palabra "CATHALUINA". Lástima que sólo fuera
un vulgar sello, no la deseada moneda.
Pensarán ustedes que al libro de Crusafort y el Institut d'Estudis Catalans le han Ilovido
críticas como al del profesor Quintana. Sí, sí...; la edición en catalán y en Cataluña ha
sido posible por la ayuda económica de la Dirección General del Libro, Archivos y
Bibliotecas del Ministerio de Cultura de España. Y aquí, en el maltrecho Reino de
Valencia, las joyas catalaneras heredadas, dicen, del pasado lermista se han
apresurado en adquirirlo para los centros públicos. Por ejemplo, en la Biblioteca
Pública del Postiguet
- junto a montones de ejemplares de Tres i Quatre, Bromera,
etc.- pueden flagelarse con su lectura "seriosa". (Por cierto, qué palabreja tan fea y
septentrional.)
Las Provincias 27 de Enero de 1997